Moneo sobre su Cauny:
Cuando CAUNY me pidió diseñar un reloj, no pude evitar pensar en las dos ocasiones en las que había diseñado relojes públicos: para el Ayuntamiento de Logroño y para la Estación de Atocha. En ambos casos, el reloj alude al significado de las horas asociadas al paso del día: las doce del mediodía como el punto culminante del día. Las horas relacionadas con la actividad diaria, distinguiendo entre mañana y tarde. No como una sucesión de momentos, algo que se percibe tan claramente en el pulso de los relojes digitales. Y las horas en números romanos y en los ejes del cuadrado, algo que vemos a menudo en los relojes de sol de las paredes.
Con ese punto de partida, entrar en una experiencia como esta —pasar del diseño de un reloj en un edificio al de un reloj de pulsera— ha sido una completa sorpresa. Trabajar con milímetros y décimas de milímetro, acostumbrado a pensar en centímetros y metros, ha sido un ejercicio disciplinado en el que la textura de los materiales siempre se hace sentir en la muñeca. Sin embargo, no fue sorpresa comprobar una y otra vez que el sentido de la proporción siempre ha estado presente, haciendo pensar que tanto el reloj público como el de pulsera proceden de la misma mano.